martes, 6 de mayo de 2008

FUNDAMENTO ÉTICO DE LA POLÍTICA EDUCACIONAL

Enviado por el grupo Nº 4 Amanda Schüler Rocco, Lorena Marín Ulloa, Mario Guerra Varela, Javier López Esquivel, Aldo Rojas Honores
RESUMEN

La ética (ethos “costumbre, hábito”) proviene del griego “Ethikos” cuyo significado es “carácter”. Tiene como objeto de estudio la moral y la acción humana. Su estudio se remonta a los orígenes de la filosofía moral y su desarrollo histórico ha sido diverso.

Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios. Esta sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como “malo”, “bueno”, “correcto”, “incorrecto”, “obligatorio”, “permitido”, etc., referido a una acción o decisión. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas situaciones, cosas o acciones. De este modo, se están estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: “Ese político es corrupto”, “Ese hombre es impresentable”, “Su presencia es loable”, etc. En estas declaraciones aparecen los términos “corrupto”, “impresentable” y “loable” que implican valoraciones de tipo moral.

La ética estudia la moral y determina qué es lo bueno y, desde este punto de vista, cómo se debe actuar. Es decir, es la teoría o la ciencia del comportamiento moral.
INTRODUCCIÓN

Nuestro trabajo permitirá visualizar los fundamentos éticos de nuestra política educacional, dichos fundamentos están directamente relacionados de qué se entiende por ética social, enseñanza, educación; es más, llegar a entender los conceptos del bien y del mal.

Por último es llegar o lograr los gestar e inculcar valores morales y sociales, sin dejar de lado la historia, la cultura individual y social de las personas, que forman nuestra sociedad que se caracteriza por establecer reflexiones sobre las conductas de los seres humanos en comunidad o sociedad, además busca plantear críticamente y responsablemente una reflexión sobre situaciones que enrolan al individuo y su rol en la sociedad actual, de esta forma, aparecen tres factores que determinan la sociedad, como la tecnología, la economía y la ciencia, además, la ética social busca responder a los grandes problemas morales y éticos que posee una sociedad.
Educación ética.-

La educación ética no sólo contempla la instrucción ética en el sistema de enseñanza, Cada sociedad forma una idea de aquello en que consiste la riqueza del hombre y cual vida es digna o indigna de llamarse humana. La educación en ética adquiere, por esta razón, marcos que atrapan la sociedad en su conjunto y, esto va, desde lo axiológico, pedagógico, psicológico, ideológico y lo sociocultural, entendiendo en este último contexto la educación en la comunidad y más específico en la familia. Juegan un importante pape, las instituciones y organizaciones, así como los medios de difusión masiva. La educación en ética incluye la educación en valores aunque no la agota. Ella necesita, en estos tiempos, de crisis de los valores, enfocar su contenido a garantizar un modo de vida digno, acentuando su función en el enriquecimiento de la vida espiritual del hombre. No sólo de pan vive el hombre, dicta el viejo proverbio .La educación en ética debe estructurarse teniendo en cuenta la utilización orgánica del tiempo como criterio de progreso de la personalidad. La historia de los hombres no es el tiempo, es su actividad. Por esta razón las políticas orientadas a elevar el bienestar de las personas no deben encerrar en sí sólo el aumento del nivel de vida sino de estimular la comunicación y el contacto entre la gente según sus intereses comunes durante el tiempo libre que deja el trabajo principal.Es la educación en ética, que se imparte en los centros de enseñanza. Puede articularse a través de asignaturas como filosofía, religión, catequesis, ciencias sociales y ética, además de formaciones específicas (educación sexual, para la no-discriminación, etc.) y en tutoría. Los temas de ética se tratan de forma transversal en el resto de materias de la educación formal, sean comunes u optativas. La educación ética y en valores puede ser entendida como una reflexión sobre la moral, o como un espacio para practicarla. Entendiendo moral como la práctica de los valores de una comunidad determinada.
El objetivo central del proceso de educación ética consiste en perseguir la construcción de una personalidad ética sólida, apoyada en el desarrollo de una conciencia moral autónoma. La construcción de una personalidad ética sólida incluye al menos tres niveles diferenciados, que deben interactuar de modo permanente e integrado. Estos tres niveles serían:
1. El desarrollo de un fuerte “sentido de vida”. Esto implica la capacidad de dar respuesta personal y autónoma a la pregunta fundamental de la vida. Esta pregunta puede formularse de modos diversos según sea el marco socio-cultural y familiar de cada persona por ejemplo. ¿Qué puedo esperar de la vida, o de mí mismo?, ¿Para qué existo? ¿Qué quiere Dios, o la historia, o..., de mí?, etc. No obstante esa variedad de formulaciones, o inclusive, no obstante el hecho de que no esté tematizada por la persona, la pregunta siempre existe en cada ser humano.
2- El desarrollo de un “proyecto de vida” concreto y realizable. La construcción de un proyecto de vida supone el intento consciente y deliberado de procurar la mayor coherencia personal posible, como camino de realización, definiendo para ello las opciones históricas que, de cara al futuro, hagan posible la concreción real de los propios ideales y de la propia escala de valores.
3- El desarrollo de una “estructura ética personal”, capaz de viabilizar y sostener los contenidos éticos de la propia vida. La existencia de las normas morales siempre ha afectado a la persona humana, ya que desde pequeños captamos por diversos medios la existencia de dichas normas, y de hecho, siempre somos afectados por ellas en forma de consejo, de orden o en otros casos como una obligación o prohibición, pero siempre con el fin de tratar de orientar e incluso determinar la conducta humana.
Historia de la Ética en Chile.-

Una de las formas que se regula nuestra sociedad es a través de la Constitución de la República, pero que en la parte orientada a la ética no está determinada ni regulada por ningún tipo de Ley, o algo que pueda ser formulado a futuro, pero si nos remontamos hacia años atrás de nuestra historia nos encontraremos con la Constitución Política en la cual nos encontramos con el tema Ética/Constitución, en la que basaba el pensamiento de Juan Egaña Riesco (1768-1836), autor de la Constitución Moralista de 1823, que cuenta con un título dedicado a la Moralidad Nacional.

Esa Constitución dispuso que “en la Legislación del Estado se formará el Código moral, que detalla los deberes del ciudadano formándole hábitos, ejercicios, deberes, instrucciones públicas, ritualidades y placeres, que transformen las leyes en costumbres, y las costumbres en virtudes cívicas y morales”. Tras dicha enunciación, el texto entrega, en doce artículos, las bases del Código Moral. Pero de acuerdo a lo investigado esta Constitución Política nunca entró en vigencia, y por lo tanto pasó a ser un referente de lo que quizás hubiese normado las costumbres e ideologías de nuestra sociedad.

Actualmente las normas sobre el fundamento ético no están incluidas, pero podemos encontrar lo que se relaciona con la educación, que principalmente se refiere al tema que propuesto para la investigación, y la que se presenta mediante los siguientes puntos, y que se enuncia en los siguientes puntos:


CAPÍTULO III DE LOS DERECHOS Y DEBERES CONSTITUCIONALES de la Constitución de Chile correspondiente al año 1980:

Artículo 19.- La Constitución asegura a todas las personas:
CPR Art.19° D.O. 24.10.1980
10º.- El derecho a la educación.
La educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su vida.

11º.- La libertad de enseñanza incluye el derecho de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales.
CPR Art.19° N° 11 D.O. 24.10.1980
La libertad de enseñanza no tiene otras limitaciones que las impuestas por la moral, las buenas costumbres, el orden público y la seguridad nacional.

Para Rawls “es importante, entonces, tanto la reciprocidad como la credibilidad de las instituciones en cuanto a su capacidad para el logro de la justicia”. Por lo tanto se puede afirmar que el objetivo es presentar una concepción de la justicia que generalice y llegue a un nivel más elevado de abstracción de la conocida teoría del contrato social, tal como se encuentra, digamos, en Locke, Rousseau y Kant.

Por lo tanto, para que el acuerdo social funcione, las instituciones educacionales también deben estar comprometidas con los principios ética y moral y velar porque éstos se cumplan. De ser reafirmada esta teoría, estaríamos en condiciones de certificar que en nuestra sociedad todos los actores y participantes del sistema educacional estarán comprometidos con dar cumplimiento a los fundamentos éticos que rigen en nuestra sociedad actual.
La insuficiencia del paradigma tecnológico en educación.-

Durante décadas se ha pensado y realizado la educación desde el patrón de la eficiencia. El control de las variables que operan sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje se ha convertido en la preocupación prioritaria de la investigación y praxis pedagógicas. “Dar cuenta”, explicar lo que sucede en el aula ha sido y es de gran aspiración del saber pedagógico. Con ello se ha aumentado, sin duda, el nivel de racionalidad y optimización de la acción educativa, superando una etapa de prácticas vinculadas exclusivamente al sentido común o la experiencia acumulada. Pero esta preocupación por la eficacia y el control de los aprendizajes (Ainscow y otros, 2001), sin duda necesaria en la acción educativa, no ha dado lugar, en la misma medida, a una enseñanza mejor en todas las dimensiones de la persona. Una pedagogía más racional y científica no ha dado paso a una pedagogía con rostro humano. Aún siguen vigentes paradigmas que durante años han configurado la enseñanza intentando, en vano, someterla a niveles de control y racionalidad equiparables, en sus propósitos, a los procesos industriales. No estamos abogando, con estas afirmaciones, por volver a los tiempos pasados, ni tampoco renunciar a introducir nuevos elementos que eleven el nivel de racionalidad en los procesos educativos. Sí decimos que el uso predominante de la razón tecnológica en la enseñanza (Sarramona, 2003) convierte a nuestros alumnos en máquinas especializadas de una gran eficacia, pero que si se quiere llegar a ser un individuo más humano, no se puede relegar a un segundo plano la apropiación de los valores morales que hacen del “homo sapiens” un ser humano. En las aulas existe toda una trama de relaciones que no se pueden explicar mediante metodologías de corte positivista: ínter subjetividad, interacción, comunicación, ética…; en las aulas fluye una corriente de vida (el mundo de la vida, en expresión de Husserl) que se resiste a ser explicada desde metodologías positivistas (abdallah-Pretceille, 2001).

La creciente demanda social de una mayor profesionalización de los docentes ha dado lugar a una más intensa incorporación de las nuevas tecnologías de la información en las aulas, a una docencia más regida por criterios de racionalidad tecnológica, a un control mayor de los procesos de enseñanza-aprendizaje, a una evaluación más ajustada de los resultados académica que, aun siendo objetivos plausibles en la enseñanza, no son, por sí mismos, criterios suficientes de calidad (Braslavsky y Cosse, 2003). La denominada “pedagogía tecnológica”, de fuerte implantación en la pedagogía española de las últimas décadas, hunde sus raíces en este enfoque racional-tecnológico de la educación (Vásquez, 2003). Pero si estamos seguros de haber hecho una enseñanza más racional-tecnológica, no lo estamos tanto de haber ayudado a la formación de ciudadanos, hombres y mujeres libres; que si en teoría hemos asumido que debemos educar a la persona en todas sus dimensiones, también es verdad que ésta la hemos reducido, en la práctica, a la sola inteligencia o desarrollo de destrezas y habilidades, olvidando, como decía Ortega y Gasset (1973) que las raíces de la cabeza están en el corazón, Una simple revisión de la metodología de la enseñanza, incluso de la educación de valores, nos muestra el predominio de las estrategias cognitivas sobre las socio-afectivas. El interés por el otro, la empatía, la preocupación por los asuntos de la comunidad, la solidaridad, tolerancia, civismo, etc., no han formado parte del equipaje de una persona educada. Tal enfoque ha tenido sus consecuencias inmediatas en una educación “intelectualista” centrada no en el alumno, en el desarrollo de toda su persona, sino en los intereses de la escuela y demandas de la sociedad; y se ha traducido en el mantenimiento de formas organizadas que son un contrasentido, si lo que se quiere realmente es facilitar el aprendizaje valioso de todos los estudiantes (Escudero, 2001); ha cortado los lazos de comunicación de la escuela con la realidad de su entorno, perpetuando la minoría de edad de los alumnos y ha generado un autismo en la enseñanza que la incapacita para contribuir a la formación de personas adultas, capaces de insertarse en la sociedad, criticarla y transformarla.

Realidad ético – social.-

Vivimos en una sociedad que ha conseguido grandes logros, pero en la que todavía existen problemas importantes a resolver. Problemas personales, como insatisfacciones y frustraciones, etc., y problemas colectivos, como conflictos sociales graves, falta de solidaridad, agresiones y violaciones de todo tipo, grandes desigualdades económicas, etc.
Estos son problemas complejos que exigen soluciones complejas, pero que van íntimamente relacionados al bajo nivel ético y valórico de nuestra sociedad. Esta situación se debe en parte al sistema educativo actual y al ambiente que nos rodea.

La educación actual tiende a formar individuos preparados en especialidades concretas, listos para un rendimiento laboral inmediato, prescindiendo de su formación humanista, lo cual genera a menudo indiferencia e insolidaridad. En cuanto al ambiente, existe lo que Jerome Brunner denomina "anti-escuelas". Son los modelos de conducta brindados por los medios de comunicación (principalmente la televisión), la publicidad, modas de todo tipo, etc. Todo esto hace que nuestra juventud sea especialmente vulnerable y esté alejada de cualquier reflexión. Este ambiente manipulador no puede cambiarse fácilmente, pero si puede hacerlo la educación para ayudar a enfrentarse con él, y con los problemas reales que enmascara.

Debemos ser conscientes de que la modernidad y la posmodernidad han puesto en crisis todas las certezas y por consiguiente las concepciones éticas y los valores como algo fijo y eterno. El “ser” del hombre se concibe hoy como un permanente “hacerse”, o como dice el existencialismo “la esencia del hombre es su existencia”, es decir, que la esencia no nos es dada de antemano y para siempre, sino que somos nosotros mismos quienes, a través del diario quehacer, vamos poco a poco construyendo nuestra esencia, nuestra humanidad. Enfoque valiosísimo que ayuda a tomar más en serio, y con mayor preocupación la educación, y en particular la educación ética. “Frente a los numerosos desafíos del porvenir, la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social”(1).

Pero esta indudable relatividad del valor nos ha llevado a los más extraños y peligrosos relativismos y psicologismos, pero dio también pie a un nuevo desarrollo de la Filosofía, enfocada hacia una nueva búsqueda de fundamentos, naciendo así una nueva teoría de los valores (2), con la aceptación de que el valor no es, sino que se hace, lo cual tiene importantes consecuencias en la educación. A través de ella estamos ayudando a los futuros ciudadanos a construir valores que serán el horizonte de su ser y su quehacer futuro. Surge aquí una pregunta inquietante: ¿Qué valores hemos ayudado a construir y con qué valores estamos despidiendo de los establecimientos educativos a los futuros ciudadanos de la patria, y del mundo, para que logren escapar, con sólidos principios éticos, de “las mil ofertas”, y “las diez mil trampas del capitalismo”, donde lo que importa es tener éxito y dinero rápido y fácil?

Entonces, necesitamos educar en la Ética de la responsabilidad, ésta es complemento de la libertad. El ser humano es el único ser conocido hasta hoy que puede asumir responsabilidades. Somos responsables tanto de lo que hacemos como de lo que dejamos de hacer.

Igualmente, sin olvidar la tensión que existe o puede existir entre ética y política, la raíz ética de la “política educativa”, también el componente ético-moral y valórico que ha de estar siempre presente en la resolución de las diversas y múltiples tensiones político-educativas, y sociales en general, no han de ser, entonces, los resortes que orienten e impulsen los fines y las metas que se desean alcanzar en el campo de la educación. Por esto, la educación debe estar comprometida con los valores éticos e igualmente la
educación debe ser necesariamente normativa. Su función no es sólo instruir o transmitir conocimientos, sino integrar las diferentes culturas, ya sea lenguas, tradiciones, creencias, actitudes y formas de vida. Todo lo cual no puede ni debe transcurrir al margen de la dimensión ética que, es, sin duda, el momento último y más importante, no de ésta o aquella cultura, sino de la cultura humana universal. Educar es, entonces, formar el carácter, en el sentido más extenso y total del término: formar el carácter para que se cumpla un proceso de socialización imprescindible, y formarlo para promover un mundo más civilizado, crítico con los defectos del presente y comprometido con el proceso moral de las estructuras y actitudes sociales. A eso, a la formación del carácter, es a lo que los griegos llamaban “ética”. Y para formar el carácter no hay más remedio que inculcar valores.

Finalmente, es necesario recordar a Pedro Aguirre Cerda (Presidente de la República, entre 1938 y 1941), con su lema, que lo identificó plenamente “Gobernar es educar”, señalando él mismo que “la educación es el primer deber y el más alto derecho del Estado; en consecuencia, social y jurídicamente considerada, la tarea de educar y enseñar es función del Estado”.
Educación en Valores.-

Los contextos sociales son cada vez más complejos, lo que hace necesario un gran esfuerzo para construir criterios morales propios, exentos de la influencia del medio en que nos encontramos. En este sentido, creemos que la educación no debe limitarse a formar el puro intelecto del hombre, sino también otras capacidades humanas que permitan vivir y construir personas, es lo que hemos venido llamando valores morales.

¿Qué significa educar en valores?. En el contexto de una sociedad democrática como la nuestra, educar en valores significa que en todo proceso enseñanza-aprendizaje se deben crear los espacios de reflexión, tanto individual como colectivo, para que el alumno logre personalmente elaborar o descubrir de manera racional y autónoma los principios o su propia escala de valores, los que le permitirán enfrentarse críticamente a la realidad. Y así desarrollar conductas y hábitos coherentes con los principios y normas que haya asumido libre y conscientemente. En otras palabras, educar en valores consiste en crearle las condiciones necesarias para que, cada persona (alumno) descubra y realice libremente aquellos modelos valóricos que le puedan hacer sentir persona digna y feliz.

Una de las opciones de educación en valores, como una necesidad pedagógica la constituye la Educación Moral. Entendida esta como aquel proceso que lleva a la persona a construir racional y autónomamente sus valores. Proceso en el cual la persona no sólo logra adaptarse a las normas establecidas sino que, principalmente llega a ser capaz de enfrentar aquellos temas que conllevan un conflicto ético, de una manera racional y democrática, utilizando el diálogo. Así, la educación moral es entendida como un lugar de cambio y orientación racional en situaciones de conflicto de valores.

La autoridad, legitimación y democracia.-

El hombre por naturaleza es un ser social, de ahí que nuestra vida se realiza en sociedad. Para que esta se mantenga, progrese se requiere de un principio rector que la dirija hacia el bien común que es el bienestar de toda la comunidad, tarea que le corresponde a la autoridad. Así, ésta está representada por las instituciones dotadas de poder, cargos o funciones. Sin embargo, la autoridad por esencia supone la existencia de una capacidad o fuerza moral otorgada por ley, así el poder es el ejercicio legítimo y correcto de la autoridad. De este modo, podemos afirmar que una autoridad o un gobernante es legítimo cuando su poder se fundamenta en ley (democracia), y es ilegítimo cuando se fundamenta en la fuerza (dictadura).

CONCLUSIÓN

Difícilmente podrán hallarse derechos más relevantes, en la sociedad democrática, que la educación y la enseñanza. Los valores involucrados con la educación, junto con la información cultural, científica y técnica transmitida en la enseñanza, permiten desarrollar el proceso de socialización, inculcando en nuestra sociedad la conciencia de que existen modelos de conducta a seguir, modelos que SE TRANSMITEN DE UNA A OTRA GENERACION, los rasgos matrices de la cultura nacional.

La ética social se encuentra estrechamente vinculada con la actividad política, por cuanto las personas que detentan el poder público debieran ser ejemplos de actuación ética para el conjunto de los ciudadanos. Sin embargo, la fama social de los políticos los presenta como individuos escasos de ética, más bien inclinados a satisfacer sus intereses particulares que a trabajar para el bien público.

Como resultado de este análisis, podemos afirmar que la diferencia entre "moral" y "ética" se refiere a la forma en que nuestras convicciones están enraizadas en nosotros; no afecta necesariamente el contenido de esas convicciones. En relación al contenido, ética y moral son más bien coincidentes: ambas se refieren a cuestiones de valor, es decir, a lo que consideramos bueno y lo que consideramos malo, lo que debemos aprobar, alabar o estimular, y lo que debemos más bien reprobar, condenar o tratar de evitar. La ética y la moral se refieren a lo que debe ser, discriminan entre acciones aceptables e inaceptables. En esto se diferencian de los credos religiosos, de las ciencias, de las opiniones o de las noticias de los periódicos, todo lo cual se refiere más bien a lo que simplemente es (o uno cree que es). Esta distinción entre "deber ser" y "ser" se revela como más honda e importante que la diferencia entre moral y ética.
BIBLIOGRAFÍA

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http://www.bcn.cl/lc/cpolitica/index_html [2008, Abril 22]

· LEY DE TRANSPARENCIA. Biblioteca del Congreso Nacional.
[en línea].http://www.bcn.cl/carpeta_temas_profundidad/transparencia/ [2008, Abril 23]

DELORS, Jacques. “LA EDUCACIÓN O LA UTOPÍA NECESARIA”, La Educación encierra un tesoro, p 13. Santillana Ediciones, UNESCO, 1999

M. SCHELER. EL FORMALISMO EN LA ÉTICA Y LA ÉTICA MATERIAL DE LOS VALORES. Madrid, 1941. El puesto del hombre en el cosmos. Madrid, 1942.

N. HARTMANN. LA FONDAZIONE DELL’ONTOLOGÍA. Ed. F. Barone, Fabbri. Milán, 1963.

TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE MAGISTER EN EDUCACION CON MENCION EN CURRICULO Y COMUNIDAD EDUCATIVA DIRECTORA DE LA TESIS: Julia Romeo Cardonne ALUMNO TESISTA: Claudio Maregatti Solano Santiago de Chile, Abril de 2006

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